sábado, 21 de febrero de 2015

Rumsiki bajo las bombas

Aunque escribo sobre mis memorias de África, concretamente de los años entre 1975 y 1981 que viví en el norte de Camerún como misionero en la diócesis de Yagoua, y que voy comentando las fotografías que allí hice en aquel tiempo, sin embargo hoy viendo esta de los montes Mandaras, lugar de turismo internacional por la belleza del paisaje, de los montes Kapsikis y Rumsiki, formaciones de basalto, rocas como dedos que apuntan al cielo, símbolos fálicos y en cierta medida montañas sagradas para las poblaciones paganas del lugar; sin embargo por las noticias que nos llegan desde Maroua, y que casi no se dan a conocer por los medios de comunicación social, hay que decir que hoy toda esta región se encuentra en estado de guerra, desde que el grupo terrorista yihadista de Boko Haram ha comenzado a actuar allí para apoderarse de la región.
Boko Haram existe desde hace unos trece años, en 2004 comenzó su escalada de violencia en Nigeria en los estados de Borno y de Adamawa, y luego ha extendido su acción terrorista al norte de Camerún, Chad e incluso Níger. Solo en estos últimos 5 años han asesinado a más de 15000 personas civiles. El año pasado han declarado la creación de un nuevo califato para la región con capital en Gwoza a varias decenas de kilómetros de Rumsiki al otro lado de la frontera. Han realizado más de 120 incursiones mortíferas en los últimos seis meses en territorio camerunés. Han secuestrado a misioneros en Camerún, a familias de turistas franceses, a trabajadores chinos, y a decenas de niños y niñas para convertirlos en niños soldados y esclavas sexuales de sus guerrilleros. Han arrasado pueblos y barrios de ciudades, quemando las casas, graneros y campos de cultivo; han violado a las mujeres, decapitado a los hombres, han sembrado por todas partes muerte y dolor, con su fanatismo yihadista y odio a todo lo que no sea el islam según ellos lo entienden. Todo ello ha provocado la huida de la gente de sus aldeas y el abandono de sus campos de cultivo. Hay miles de refugiados que han llegado a otros pueblos o ciudades del interior sólo con lo puesto. En el campo de refugiados de Minawao en poco tiempo se ha pasado a más de 35000 refugiados. ¿Cómo alimentar, dar de beber, acoger, dar un techo a tantos miles de personas? El turismo ha desaparecido de la zona, ya no son atractivos los paisajes lunares de los montes Kapsikis, y las televisiones y la prensa en general no hacen ninguna campaña de movilización como vimos con los ataques de París, cuando ahora son millares de pobres de Nigeria y Camerún que mueren degollados por los yihadistas de Boko Haram.

jueves, 5 de febrero de 2015

Los Kirdis de la montaña


La palabra Kirdi no hace referencia a una etnia concreta, ni a una tribu. Es una palabra de origen árabe que quiere decir infiel y que los musulmanes peuls utilizan para designar de forma peyorativa a todas las etnias no musulmanas del norte de Camerún. Los peuls fueron invasores que vinieron de Nigeria con sus rebaños de vacas y se fueron implantando por todo el norte de Camerún. Las tribus de las montañas de Mora, montes Mandara, etc. rechazaron la invasión y la consecuente islamización y de ahí el nombre peyorativo de Kirdis, es decir de infieles paganos. Bajo el nombre de Kirdis están un grupo numeroso de etnias, algunas minoritarias pero otras con miles de personas, entre ellas podemos citar a los Mofús, Mafás, Madas, Podokwos, Kapsikis, Zulgos, Uldemés, Mundangs, Tupurís, Guizigas, Masás, Museys...
Los Kirdis tradicionalmente son agricultores, que cultivan el mijo en terrazas de la montaña entre rocas y peñascos, y ganaderos con pequeños rebaños de cabras, ovejas y vacas. También hay artesanos, como herreros, carpinteros, curtidores de pieles, alfareros... Si el Islam fue rechazado por los Kirdis por su carácter invasor y de repudiar las creencias religiosas tradicionales, no sucedió lo mismo con el cristianismo y sobre todo después de la labor misionera de Babá Simon, hoy venerable y en proceso de beatificación y conocido como el padre de los Kirdis. En estos últimos cuarenta años, tras la muerte de Babá Simon, la semillas del Evangelio sembrada en las montañas de los Kirdis, ha ido creciendo y dando sus frutos. Hoy un nuevo peligro asola toda la región, y es la presencia de los yihadistas de Boko Haram que procedentes de Nigeria quieren establecer un nuevo califato musulmán por la fuerza de las armas de fuego.