sábado, 20 de mayo de 2017

Flores de nenúfares en aguas encharcadas


Al finalizar la estación de lluvias en el mes de octubre en el norte de Camerún podemos encontrarnos en muchos sitios de la sabana con pequeñas lagunas, charcas y hondonadas donde se ha acumulado el agua de las lluvias, que sirven de abrevadero para los animales, tanto para los animales salvajes de la sabana, como para los animales domésticos que son conducidos allí para beber por los niños que se ocupan de las ovejas y cabras, o por los jóvenes que pastorean las vacas. Con el sol y el calor el agua de esas charcas se evapora poco a poco, y también va disminuyendo por el consumo de los animales. Muchas veces también sirve para el consumo y uso humano. Son aguas poco profundas y por consiguiente cálidas. Sucias. Embarradas. Putrefactas. Pero en medio de esas aguas encharcadas, enlodadas y malolientes florecen los nenúfares, esas bellas flores de colores agradables y hojas flotantes que nos vienen a decir que incluso en medio del lodo, de lo sucio y desagradable existe también lo bello, el buen olor y lo agradable. Los nenúfares también son conocidos con el nombre de lirio de agua y flor de loto. Tienen su origen en África. Y en el antiguo Egipto eran considerados como flores sagradas, pues tienen la particularidad de que sus flores florecen y se abren con el sol del día, y se cierran al llegar la noche, como si rindieran culto al sol. En medio de una sociedad putrefacta y corrompida que cada uno de nosotros brillemos como la flor de loto.