viernes, 24 de noviembre de 2017

Ríos sin agua


Todos los años durante la estación seca, que en el norte del Camerún dura ocho meses, los ríos se quedan sin agua. Son ocho meses sin lluvias, desde octubre hasta junio, en que no cae del cielo unas gotas de agua. Por eso los ríos que durante la estación de lluvias llevan un buen caudal de agua corriente e incluso hay dificultad para atravesarlos, cuando acaban las lluvias se van secando poco a poco y aunque a simple vista parece que están completamente secos; sin embargo a veces hay un pequeña corriente de agua subterránea y la gente del lugar se las arregla haciendo pequeñas excavaciones en el lecho seco del río para encontrar agua. Lo podemos ver claramente en estas dos fotografías. La primera en la ciudad de Maroua, con el río Tsanaga que bordea la ciudad y donde hombres y mujeres consiguen un poco de agua excavando el lecho del río para hacer la colada y allí mismo ponen la ropa a secar sobre la arena del río. En la otra fotografía del río Kebi, son los pastores de ganado que además de hacer pequeños pozos en el lecho para sacar el agua, construyen también pequeños aljibes o charcas para dar de abrevar al ganado de bueyes, vacas, burros, ovejas y cabras.


martes, 7 de noviembre de 2017

Un viaje al centro del Camerún


Desde Maroua, en el norte de Camerún. hasta Bertoua hay un poco más de mil kilómetros. A finales del año 1980 tuvimos en Maroua un encuentro los misioneros espiritanos que trabajábamos en las diócesis del norte de Camerún para revisar el año que acababa y planificar los trabajos del nuevo año que comenzaba, y también para celebrar juntos esos días navideños después de haber celebrado la Navidad cada uno en su misión. En ese tiempo se estaba construyendo en Maroua una casa espiritana que sirviera para la acogida de los misioneros. Ciertos materiales para la construcción había que ir a buscarlos a Bertoua a más de mil kilómetros de Maroua y los compañeros me pidieron que fuera yo con mi camioneta de la misión a buscarlos. Así que el día 30 de diciembre me puse en camino por la carretera asfaltada que pasando por Garoua llegaba hasta Ngaounderé donde llegué por la tarde y pasé allí la noche en la misión de los padres oblatos. Era la mitad del camino. El día 31 temprano me puse de nuevo en camino para recorrer los 530 kilómetros restantes hasta Bertoua. La carretera era de tierra. A media mañana me di cuenta de que no podía poner las marchas cortas. Paré en Garoua Boulai y me acerqué a la misión por si hubiera allí un mecánico que me solucionara el problema. No lo había. El padre de la misión me acogió muy fraternalmente y me invitó a comer. Intentamos arreglar la avería pero sólo conseguimos que se podía hacer el cambio de marchas manualmente en los bajos del vehículo. Así que me arriesgué a seguir mi ruta hasta Bertoua que aún me quedaba 260 kilómetros de camino. Puse la camioneta en marcha para salir de la ciudad en primera y segunda, pues las otras marchas no entraban, y una vez fuera de la ciudad esperé a que llegara una pendiente, me bajé del vehículo, manualmente por bajo de la camioneta metí la tercera, me subí de nuevo y la deslicé pendiente abajo, y ya desde allí hasta Bertoua pude ir todo el viaje en tercera y cuarta velocidad. Ya de noche llegué a la misión de los espiritanos de Bertoua donde pude celebrar el fin del año y la entrada del año nuevo 1981. El día 2 de enero pudieron arreglarme la avería de la camioneta en Bertoua y al día siguiente me puse de nuevo en camino para regresar a Maroua con el cargamento de materiales para la construcción de la nueva casa espiritana de Maroua.