lunes, 27 de octubre de 2008

Los Musey


Antes de seguir escribiendo sobre mi nueva misión de Gobó, tengo que hablar del pueblo que fui a evangelizar, el pueblo Musey. Los Musey habitan en el Chad, (hoy día cerca de 200.000), y un número mucho más reducido, (unos 20.000) en el Camerún. Cuando yo llegué a Gobó en 1976, calculaba que eran unos 10.000, en la zona camerunesa, y era la única misión del Camerún donde se hablaba la lengua Musey. Yo intentaré escribir siempre Musey, aunque también a esta etnia y lengua se la conoce por los siguientes nombres: Musei, Mussei, Mussey, Moussey, Moussei, Mussoi, Mussoy, Mosi, Museyna, Mousseyna, Bananna, y Bananna Ho Ho. Dentro de la lengua Musey hay diferentes dialectos. El que se hablaba en Camerún era el Pe. Aunque nosotros utilizábamos el de Gounou Gaya en los textos de los catecismos, y de los evangelios, que eran los únicos textos que estaban traducidos a la lengua Musey. De esos 10.000 habitantes que yo calculaba que habitaban en el distrito de Gueré, en la parte del Camerún, sólo había unos 200 cristianos bautizados y 800 catecúmenos, en unas 35 aldeas, varias de ellas sin ningún cristiano. La misión estaba dividida en dos zonas: Gobó y Dom, y tenía la inestimable colaboración de unos 40 catequistas. La gran mayoría eran animistas, seguían la religión tradicional de sus antepasados; había también algunos cristianos de iglesias protestantes y musulmanes. Pero los Musey, a diferencia de los Massá, estaban mucho más abierto al cristianismo, y también a la escuela, y a todo lo que veían que era un progreso para ellos. Ese espíritu abierto al exterior es lo que les ha hecho progresar por encima de sus vecinos en estos últimos lustros.

lunes, 20 de octubre de 2008

El dispensario


En el terreno de la misión, a varias decenas de metros detrás de la iglesia, se encontraba el dispensario, dirigido por dos misioneras canadienses, las soeurs grises de Montreal, y una enfermera francesa, Liliane Pellegrin, que fue la que comenzó el trabajo sanitario entre los Museys, antes de que llegaran las religiosas. El edificio, aunque nuevo, no era de grandes dimensiones; tenía una primera sala de atendimiento a los enfermos, otra más reservada, maternidad, farmacia, servicios y almacén. La gente llegaba desde la primera hora de la mañana al salir el sol, hasta el mediodía, y tenían que esperar su turno en el porche y alrededores. No era un hospital, pero hacía las veces de hospital, pues el más cercano estaba en Yagoua a 50 kilómetros de distancia, y sin transporte para poder acudir a él. Al dispensario de la misión de Gobó acudían los enfermos, no sólo de toda aquella región, sino también los de Ardaf, donde había un pequeño hospital público, pero que nunca tenía medicamentos, ni era buena la atención médica. Cuántas veces ví a militares y policías de Ardaf que venían al dispensario de la misión de Gobó para ser atendidos ellos, o para que sus mujeres dieran a luz, pues se fiaban poco del hospital del gobierno. También venían muchas personas del vecino Chad, pues allí la situación era todavía peor. Si la misión comenzó en Gobó con la instalación de un molino de harina, la verdadera revolución de Gobó y sus alrededores fue el dispensario que les cambió su vida a miles de familias Museys.

lunes, 13 de octubre de 2008

La iglesia

Esta era la iglesia de la misión de Gobó, que había construido el P. Jean Savoie, espiritano francés, que fundó esta misión entre los Museys, en el norte del Camerún. Aunque en la diócesis de Yagoua la mayor parte de los misioneros eran oblatos de María Inmaculada, también había algunos espiritanos; estos comenzaron a trabajar en la misión de Djougounta, y desde allí extendieron su apostolado hacia Gobó, región de los Museys. Al ver la buena acogida que tuvieron entre ellos, el P. Savoie decidió instalarse en Gobó. Comenzó poniéndoles un molino para el mijo, luego construyendo el dispensario, y finalmente la iglesia que vemos en la foto y las casitas para él y para las hermanas que se ocuparían del dispensario. Creo que fue en 1974, sólo unos dos años antes de mi llegada, que se había construido tanto el dispensario como la iglesia. Bueno, más que iglesia era un "área sagrada", se puede decir que sólo el presbiterio estaba bajo techo; el lugar de los fieles, separado por un pequeño muro del exterior estaba al aire libre, donde se habían plantado algunos árboles con la intención que al cabo de los años dieran una buena sombra a todos los feligreses; pero entonces como eran muy pequeños, tuvieron que hacer un sombrajo de paja para evitar el tórrido sol africano durante las celebraciones litúrgicas; para asiento unos simples bloques de cemento que se habían hecho para la construción del dispensario y de la iglesia. El altar de cemento, en forma de omega, el alfa estaba en la puerta de entrada del recinto sagrado. Como imágenes y retablo, una simple barra de hierro, dibujando sobre la pared blanca, las figuras de Jesucristo en la cruz y de la Virgen María. El sagrario al fondo, sobre el tabique de división entre la iglesia y la capilla del santísimo, donde se celebraba la Eucaristía los días de diario. Así era la iglesia de mi nueva misión. Sé que al cumplirse los 25 años de la fundación de la misión se ha construido una nueva iglesia en Gobó, pero no tengo fotos para poder mostrar, espero que algún día la pueda visitar.

lunes, 6 de octubre de 2008

Mi nueva misión



A mediados de marzo de 1976 me trasladé a mi nueva misión, a 50 kilómetros de Yagoua, la misión de Gobó, de la que fui nombrado párroco. Me acompañó hasta allí el P. Philippe Alin, que era el Vicario de la Diócesis, y el que se había ocupado de esa misión durante unos meses, después que el P. Jean Savoie, espiritano francés, que había estado allí unos años, fuese nombrado rector del Seminario francés en Roma. A los seis meses de mi llegada a África, después de haber comenzado a aprender la lengua massá, al ser enviado a Gobó y habitar en aquella región los Museys tenía que comenzar de nuevo a aprender una nueva lengua, aunque en realidad tenía bastantes cosas en común con el Massá.
La realidad era diferente a Yagoua, estaba en una misión de "brousse", es decir en un pequeño pueblo, en medio rural muy pobre y apartado, cerca de la frontera con el Chad, sin luz eléctrica, ni agua corriente, ni panadería, ni tiendas para comprar lo más básico, sin servicio de correos... estaba metido en el África profunda, y sólo como misionero, aunque también vivían en la misión tres hermanas canadienses que hacía unos meses habían llegado para ocuparse del dispensario y de la animación femenina, y Liliane Pellegrin, una enfermera francesa que llevaba allí unos años trabajando en el dispensario que el P. Savoie había construido. En la foto podemos ver mi casa-habitación, casa-huésped y almacén.