jueves, 19 de diciembre de 2013

Vestido con piel de cabra

No es Dioniso, ni Pan, ni Fauno, ni ninguno de los dioses o de los héroes de la mitología griega, que vestían con la piel de cabra. Ni tampoco Elías, el profeta de Israel, ni Juan Bautista, que predicaba en el desierto la conversión porque el Reino de Dios está llegando, y que en la imaginería religiosa se les representan vestidos con piel de cabra o de camello. Es un hombre musey de la aldea de Dom Tchandoung en Camerún que en 1977 seguía vistiendo con la piel de cabra, la manera tradicional que habían vestido siempre los museis hasta la llegada de los colonos europeos, y que tras la independencia del país fueron prohibidos de seguir vistiendo así. Pero todavía en esos años algunas personas en sus aldeas seguían llevando el traje tradicional, cosa que no podían hacer en pueblos más grandes o en la ciudad pues serían multados o encarcelados. En otros tiempos los museis como sus vecinos los massás se vestían sólo con la piel de cabra que ceñían a la cintura y colgaba por los muslos y les servía para sentarse sobre ella en vez de hacerlo directamente sobre el suelo; la parte delantera del cuerpo iba al aire libre.

martes, 3 de diciembre de 2013

Un árbol en la sabana


"El pico de pato" del norte de Camerún es una región de la sabana africana, que se caracteriza por ser una llanura arenosa o arcillosa, con ausencia de montañas, y limitadas por el río Logón al este, que hace de frontera con el Chad, y el lago Fianga al oeste. En la sabana predomina las hierbas altas, diferentes tipos de gramíneas, los campos de cultivo de los habitantes de aquella región, como los Museys, Masás, Guiseys y otras tribus, y algunos árboles dispersos como las acacias y otros que resisten al fuego cuando en la estación seca prenden fuego para conseguir cazar los antílopes y gacelas. Los pocos árboles que hay sirven para proveer de leña para el fuego del hogar de los habitantes de las aldeas, también para hacer el techo de las chozas, o para las empalizadas de los corrales de las casas o para el aprisco donde guardan el ganado. También un árbol en la sabana sirve de mirador para otear el horizonte y vigilar desde lo alto al ganado por si se acerca algún animal salvaje, como los jabalíes, leones o elefantes. Los pequeños pastores son expertos en subir a estos árboles de la sabana. 

sábado, 16 de noviembre de 2013

Proverbios, acertijos, cuentos...

Por la  noche, cuando ya se ha puesto el sol, y la gente de la aldea han cenado, después de un día de trabajo en los campos y de haber recogido el ganado en el corral, y las ovejas, cabras y aves de corral en las casas, es el momento del paseo, de visitar a los vecinos y de pasar una velada en común. Los niños si hay luna llena se entretienen en sus juegos, o cantan y danzan al son del tambor. Los adultos a veces se unen también a la danza y acompañan a los niños y jóvenes enseñándoles las danzas tradicionales. Otras veces, sobre todo si no brilla la luna en lo alto, se sientan bajo el cobertizo, y se dedican a la charla, a hablar de los trabajos del campo, del ganado o a conocer las noticias de la aldea. Otras veces es el momento oportuno para contar cuentos, historias de los antepasados de la tribu, proverbios y acertijos, es la escuela donde los niños y jóvenes aprenden con interés y entusiasmo lo que sus mayores le transmiten en un clima distendido y alegre. Todavía recuerdo los buenos momentos que pasé en Dom Tchandoung en esas veladas bajo el cobertizo aprendiendo proverbios y adivinanzas Museys. He aquí dos proverbios museys: "Fat tew min zii di", que quiere decir: No se construye la casa en un día, o poco a poco hace el pájaro su nido, o como el proverbio español, no se ganó Zamora en una hora. Otro dice: "Ngay ko mitti di" , nadie se esconde de la muerte; es decir todos moriremos. También recuerdo dos adivinanzas: "la sombrilla que está encima del árbol", y la otra: al anochecer ato la cabra a la cabecera de mi cama, al amanecer la encuentro a mis pies". ¿Quién sabe la respuesta de estos dos acertijos? Pues es fácil porque ya la he dado en este escrito.

jueves, 7 de noviembre de 2013

El cobertizo


En una entrada anterior ya escribí sobre la vivienda Musey pero no hablé sobre un lugar importante y central de la vivienda que podemos llamar el cobertizo o si prefieren el recibidor, vestíbulo, soportal, pórtico, galería, porche, antesala o zaguán. Consiste esa estancia de la vivienda musey en un lugar de acogida y de reposo tanto para las personas que llegan como para los habitantes del recinto familiar. Es una sencilla construcción de unos troncos de árboles sobre los que se coloca el seko, estera de paja para el sombrajo, y debajo del cual hay una especie de cama hecha de troncos de árboles que sirve de asiento para varias personas e incluso de cama para dormir cuando el calor aprieta y el interior de las casas se convierte en un horno de fuego. Está situado en medio del corral y cerca de la entrada a la vivienda familiar, pues es el lugar donde se recibe al que viene de fuera, se le ofrece el agua para refrescarse y se pasa el tiempo en una entretenida conversación. Durante el día es el lugar más apreciado de la vivienda, y sobretodo cuando el calor aprieta, pues es el lugar más aireado y a la sombra, y donde se reúne la gente para hablar de mil cosas. Cuando cae la noche, a la luz de la luna, o cerca del fuego es el lugar de reunión, de la charla, de contar historias, cuentos, adivinanzas o proverbios, es la escuela familiar donde se transmite oralmente de padres a hijos la historia y cultura del pueblo musey.

jueves, 31 de octubre de 2013

El redil

Los Museys del norte de Camerún, como sus vecinos los Masás, y otras tribus de la región son agricultores y ganaderos. Cada familia posee algunas vacas que necesitan para pagar la dote de la novia cuando alguno de los hijos tiene que casarse; o ya han recibido las vacas de la dote de algunas de sus hijas. El ganado se guarda en el corral que está rodeado de las chozas en la que vive la familia. Pero en tiempo de lluvias cuando las tareas del campo son muchas, con la labranza, siembra del mijo, arrancar las malas yerbas, etc. cada familia no puede atender también a su ganado, así que lo que hacen es que reúnen las vacas de varias familias y con algunos jóvenes pastores las llevan a pastar a las verdes praderas lejos de los campos de cultivo para que no dañen lo sembrado o se coma las espigas que están creciendo. Al caer la tarde recogen el ganado en el redil, que está formado por un vallado de ramas de espinos para evitar la entrada de animales salvajes o de ladrones y los pastores pasan la noche en pequeñas chozas de paja levantadas alrededor de los espinos vigilantes y atentos para no perder ninguna res que se les ha confiado.

viernes, 18 de octubre de 2013

Peinado africano


Entre los Museys del norte de Camerún es normal llevar la cabeza rapada o el cabello muy corto, tanto los hombres como las mujeres, como en otras muchas partes de África. Pero también los jóvenes siguen la moda que viene de otros lugares. Para realizar un buen y original peinado se necesita tiempo y paciencia, y más debido al cabello corto y rizado que es más difícil de hacer. Pero la mujer africana es elegante y le gusta la fantasía, la belleza y la originalidad y no le importa pasar horas y horas para que una vecina le haga un peinado de diminutas trenzas, que llegue a ser una obra de arte. Es el caso de Lanua, la mujer de François donde pasé la estación de lluvias de 1977.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Caminos bajo el agua

Era la estación de lluvias en el norte del Camerún. Yo estaba en la aldea de Dom Tchandoung viviendo con la familia de François Diguina para aprender la lengua musey y conocer la vida y trabajos de la gente. En la estación de lluvias había días que caía una buena tormenta de agua, otros que brillaba el sol varios días seguidos, y otros que no paraba de llover. Nunca he visto como allí el cambio tan grande del paisaje. De campos áridos y secos, de terreno arenoso casi desértico en tiempo de la estación seca, a campos llenos de agua, carreteras inundadas y caminos que desaparecen bajo el agua. Durante semanas e incluso meses nos quedábamos aislados de Yagoua o de las misiones vecinas; e incluso para ir de una aldea a otra el mejor medio era ir andando, pero con la dificultad de caminar sobre el agua, a veces en medio del lodo, y con el peligro de serpientes. El trabajo pastoral en ese tiempo de lluvias se ralentizaba, pero no era impedimento para ir a las aldeas a visitar a los cristianos, dar la catequesis o que ellos acudieran los domingos a la celebración de la Eucaristía a la iglesia de la misión.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Atascado en el barro

Agosto de 1977. Era la segunda estación de lluvias que pasaba en el norte del Camerún. Sólo estábamos a 50 kilómetros de Yagoua, la capital del distrito y sede de la diócesis, y a donde tenía que ir semanalmente para recoger el correo, comprar el pan para toda la semana y los otros alimentos, abastecernos de gasolina para el coche o del gasóleo para el motor del molino o el motor de la luz, recoger las cajas de medicamentos que llegaban para el hospital, y mil cosas más. Pero en la estación de lluvias las carreteras de tierra se hacían intransitables, al menos que hubiera varios días de sol y se secara un poco el barro. Los únicos vehículos que se arriesgaban a circular eran los camiones de los comerciantes, que siempre iban cargados de mercancías y de viajeros. En caso de atasco en el barro todos descendían y empujando todos a la vez conseguían sacar al camión del atolladero. A veces había que descargar el camión de todas las mercancías para conseguirlo.
A finales de agosto después de pasar unos días sin lluvia me decidí a ir a Yagoua, pues nos habíamos quedado sin combustible para el motor del molino y tenía que recoger otros materiales para la construcción. Iba solo y a medio camino quedé atascado. Intenté sacar la pequeña camioneta 404 con el gato y tablones pero no lo conseguí. Esperé hasta que llegaron algunas personas y con el esfuerzo de unos y otros conseguí salir del atasco.
Por la tarde regresaba a la misión de Gobó con la camioneta cargada y de nuevo en otra zona de lodos y debido a los grandes surcos dejados por los camiones me atasqué de nuevo. La tarde estaba cayendo y aunque se acercaron algunas personas no hubo manera de poder salir del barro, así que decidí pasar la noche allí mismo. Un aldeano musey me invitó a ir a su choza y allí pasé la noche, dejando la camioneta con toda la mercancía en el barro.
A la mañana siguiente y con la ayuda de un grupo de gente de la aldea, a base de esfuerzo humano, pude salir del lodazal y llegar a la misión de Gobó.  

 

miércoles, 21 de agosto de 2013

Escuela de esterería


A finales de agosto, cuando la estación de lluvias está avanzada, y hay menos trabajo en los campos de cultivo, pues los tallos de mijo están ya altos y comienza a salir el grano, y no hay que preocuparse de arrancar las malas yerbas, es el momento de dedicarse a los trabajos artesanales, en especial a segar las eneas, espadañas, atochas y otras gramíneas propias de aquellas tierras africanas, y sentarse luego a la sombra de un gran árbol para ir trenzando la paja, y fabricar con manos hábiles las pleitas, tiras o fajas de esparto que metro a metro van enrollando y después cortarlas y coserlas con maestría y hacer las esteras que servirán para la cama, para acoger en casa al huésped que llega, o para venderlas en el mercado. Los niños desde pequeños aprenden de sus padres y mayores estos trabajos artesanales con entusiasmo e interés, es la escuela de la vida.




jueves, 8 de agosto de 2013

Aventar el grano


Aventar el grano es tarea de la mujer en África, lo mismo que majarlo en el mortero, o molerlo en la piedra del molino. Las espigas de mijo o de sorgo, o de otros cereales que se cultivan en el norte del Camerún, la mujer las almacena en su granero después de la cosecha que se realiza al final de la estación de lluvias. Después a lo largo del año va sacando del granero cada día las espigas de mijo que necesita para preparar la comida. Primero con el pilón las maja en el mortero para separar el bálago de los granos, y luego con dos simples cuencos de calabazas aventa el grano para quitarle la broza, la paja o la cascarilla del grano. En caso de no haber viento, ni siquiera una pequeña brisa necesaria para separar el grano de la broza, la mujer echa a andar y con el movimiento deja caer el grano de una calabaza a la otra que lo recoge, mientras que la broza que pesa menos cae fuera. Todo un arte que la mujer aprende desde muy niña y que es un trabajo de cada día para luego hacer la harina de mijo que es el pan cotidiano para ellos.

martes, 23 de julio de 2013

Arando con bueyes

Estando en la aldea de Don Tchandoung ví por primera vez arar la tierra con una yunta de bueyes a los Museys, pues la inmensa mayoría de ellos seguían cultivando y trabajando la tierra con la azada de mano, para ellos todavía no había llegado el arado romano. Pero debido a la introducción del cultivo del algodón en la región del norte de Camerún y a los técnicos de la empresa Sodecotón, algunas personas más decididas y con más medios económicos comenzaron a utilizar los bueyes y el arado para arar sus tierras, haciendo posible el cultivo de más terreno, con menos esfuerzo y más rapidez. Estas eran unas de las primeras yuntas de bueyes uncidas al arado en aquellas tierras en 1977, espero que hoy día no sólo haya muchos agricultores que utilicen el arado y los bueyes, sino que incluso exista por aquellas queridas tierras tractores y maquinarias agrícolas para una mayor y mejor producción y desarrollo del país.

jueves, 11 de julio de 2013

Labrando la tierra



Aunque mi intención de pasar la estación de lluvias de 1977 en la aldea de Dom Tchandung era básicamente para aprender la lengua musey, en contacto con la gente, sobre todo con los niños que tenían más tiempo libre, sim embargo también quería conocer más de cerca cómo era la vida de la gente de la aldea y participar en su forma de vida e incluso en sus trabajos. Así que aquí me tenéis con la azada en la mano haciendo los surcos en la tierra para luego sembrar los granos de mijo. La azada musey kawida o gayna, que es la que estoy utilizando es muy pequeña, por lo que para cavar la tierra o abrir el surco hay que doblar bien el cuerpo y encorvarse sobre la tierra; es muy diferente a las azadas de mango largo que solemos utilizar por aquí. También existe la azada llamada bananga que es bastante más grande y que utilizan para hacer los surcos más grande, sobre todo para el cultivo del algodón.

sábado, 22 de junio de 2013

Misa en la aldea

Hay un canto para la Eucaristía que dice: "Junto a tí al caer de la tarde, y cansados de nuestra labor, te ofrecemos con todos los hombres, el trabajo, el descanso, el amor"... Esta fotografía, (aunque de mala calidad por falta de flash y haberse puesto el sol), de una Misa celebrada en la aldea de Dom Tchantoko, después de un día de trabajo en el campo, me hace recordar dicha canción. Como se puede ver más sencillez imposible. La iglesia, asamblea de fieles, del pueblo de Dios, hombres y mujeres del campo, que tras su trabajo, después de un día de sol, fatigas y sudores, se reúnen al aire libre y teniendo por asiento la tierra del suelo, para escuchar la Palabra de Dios y celebrar la Eucaristía. Ni siquiera tenían una pequeña mesa que nos sirviera de altar, así que simplemente tuvimos que usar dos morteros para moler el mijo que utilizan las mujeres, uno como ambón para el libro de la Palabra de Dios, y el otro para colocar la maleta-capilla en la que el misionero lleva lo esencial para la celebración de la Eucaristía, y que utilizamos como altar. En medio de esa pobreza y sencillez, escuchábamos el mismo Evangelio que en cualquier otra iglesia en el mundo, y el mismo Jesucristo se hacía presente en medio de su pueblo, y participábamos de la misma comunión. A los que tan fácilmente critican a la Iglesia por sus riquezas, me gustaría que vieran cómo la Iglesia está con los pobres, vive con ellos y les lleva el mensaje de esperanza y salvación.

domingo, 16 de junio de 2013

Aprendiendo la lengua

Han pasado ya 35 años y no recuerdo sus nombres, llamémosles Pierre y Paul, dos niños de la aldea de Dom Tchandoung en la que me establecí durante la estación de lluvias para aprender la lengua musey, y que frecuentemente venían a hablar conmigo. Aunque en aquella aldea no había escuelas, sin embargo ellos habían aprendido a hablar francés asistiendo a la escuela de Dom Pya, una aldea vecina que estaba a unos kilómetros de distancia de la suya. Todos los días después de tomar un resto de la masa de mijo de la noche anterior, diluida en un poco de leche de vaca o de cabra, cuando había leche, o si no diluida en agua, cogían sus cuadernos y material escolar y marchaban contentos a la escuela de la aldea vecina a través de la sabana camerunesa. La escuela de Dom Pya la habían construido los mismos aldeanos con ladrillos de adobe y techo de paja y unas ventanas sin maderas ni cristales, simplemente eran unos agujeros en el muro para que entrara claridad al interior. Allí Pierre y Paul aprendieron las primeras letras y lo rudimentario de la lengua francesa. Ellos venían a menudo a hablar conmigo, yo aprendía lo esencial de la lengua musey y ellos se ejercitaban hablando francés.

sábado, 18 de mayo de 2013

Caballo de madera

Durante mi estancia en la aldea de Dom Tchangdoung a menudo tenía la compañía de los hijos de mis vecinos, que eran mis mejores maestros para que yo aprendiera la lengua musey, pues venían a saludarme y pasaban un rato contándome lo que hacían: sus pequeños y grandes trabajos de ayuda a la familia, del cuidado de los hermanos pequeños, del pastoreo del ganado, de cuentos e historias que aprendían de sus mayores y de sus juegos. Era la escuela de la vida, pues en Dom Tchangdoung como en muchas otras aldeas de la región no había escuelas para aprender a leer y escribir. Aquí vinieron a enseñarme el caballo de madera que habían hecho para sus juegos. Pero también ví otros juguetes hechos por ellos mismos con mucha imaginación: coches, camiones e incluso un avión, unas veces fabricados en madera y otras con cañas de mijo, maíz o unos simples alambres. El caballo de madera me recordó al célebre caballo de Troya que todos conocemos por Homero en la Odisea, o posteriormente por Virgilio en la Eneida y que yo recordaba por la traducción de las clases de latín en el seminario con don Florentino. Pero para aquellos niños museys sin escuelas que no conocían la guerra de Troya, aquel caballo era el caballo musey veloz y fuerte que un día soñaban en cabalgar para cazar los antílopes. 

lunes, 6 de mayo de 2013

Trabajo de niñas

Además de algunos trabajos comunes con los niños como cuidar de los animales de corral, ayudar en las tareas agrícolas a sus padres, ir a recoger la leña para el hogar, o a buscar agua al pozo de la aldea, las niñas se ocupan principalmente de las tareas del hogar: barrer el terreno alrededor de las casas que es de tierra, subir al granero para sacar los granos de mijo para la alimentación del día, triturar los granos en el mortero, molerlos en la piedra, ayudar a su madre en la cocina, y sobre todo cuidar de los hermanos más pequeños, llevándolos en la espalda, atendiéndolos en todo lo que necesiten, o jugando con ellos. Las niñas en las aldeas del norte del Camerún no tenían muñecas para jugar a ser madres, pero imitaban a sus madres cuidando de sus propios hermanos pequeños.

martes, 23 de abril de 2013

Trabajo de niños

 En la aldea de Dom Tchandoung no había escuela, como sucedía igualmente en otras muchas aldeas museys de la región de Gobó, por lo que los niños pasaban el día ocupados en diferentes tareas del hogar, en trabajos agrícolas, de atender al ganado y mucho tiempo de ocio y de juegos. Ellos eran los encargados de atender a los animales de corral: gallinas, patos, ovejas y cabras. Pequeños pastores que tenían que llevar las ovejas y cabras a pastar fuera del pueblo, a sacar agua del pozo para el abrevadero, a recoger el ganado en el corral al caer la tarde, y en el tiempo de lluvias cuando en los campos sembrados comenzaba a crecer los tallos de los cereales a vigilar para que las ovejas y cabras no se comieran los brotes verdes y estropearan lo sembrado.
Otro trabajo infantil en el campo era ayudar a sus padres a cavar la tierra para la siembra del mijo, del maíz, de los cacahuetes, o del algodón, y sobre todo de echar la semilla en el suelo y enterrarla con el pie descalzo, pues el trabajo con la azada era duro y cansado para ellos. Semanas después tenían que ayudar a sus padres a arrancar la malas yerbas que crecían junto con los cereales. Y cuando los granos estaban maduros a recoger la cosecha, cargarla en cestos y llevarla a la aldea.
También eran ellos los que iban al campo a buscar la leña para el fuego del hogar. Normalmente era un trabajo de adultos el ir con el hacha a cortar la leña de algún árbol, y sobre todo de las mujeres el acarrearla hasta su casa para la cocina, pero siempre había niños con ellos que muy gustosamente cortaban los troncos pequeños y lo trasladaban a casa.

martes, 9 de abril de 2013

En la aldea

La misión de Gobó estaba en medio del pueblo, un pueblo grande que crecía a simple vista debido al mercado comarcal que se realizaba los lunes, a las escuelas del gobierno, y sobre todo por el hospital de la misión católica que era atendido por las hermanas de la Caridad de Montreal y que atraía a la gente de sus aldeas y se trasladaban a vivir a Gobó.
En 1977 no existía en Gobó ni electricidad, ni teléfono, ni una calle asfaltada, ni agua corriente, ni mucho menos alcantarillado. Era un pueblo grande de zona rural. Yo llevaba ya un año viviendo allí en la misión, pero todavía no sabía hablar el musey. Pensé que lo mejor para aprenderlo era ir a vivir con una familia musey. Entonces un catequista de la aldea de Dom Tchandoung, François Diguina, me invitó a irme a vivir con su familia. Él vivía con su madre, ya de una cierta edad, y con su mujer de la que todavía no tenía hijos, pues hacía poco tiempo que se había casado. En sólo unos días construyó una casa para mí, dentro de su "saré", (como se puede apreciar en la fotografía, la choza de paja nueva), y a principios de la estación de lluvias dejé Gobó y me trasladé a la aldea de Dom Tchandoung a vivir una experiencia que recordaré toda mi vida.
Mi nueva casa estaba junto al pozo de la aldea, por lo que todo el día había allí mujeres y niños que iban a buscar el agua y tenía constantemente gente a mi alrededor que me dirigían unas palabras de saludo e intentaban iniciar una conversación. Ya nos lo había dicho años antes en nuestra formación un viejo misionero, que la mejor manera de aprender una lengua africana es hablar con los niños, son los mejores maestros, ellos no se cansan de repetir las frases, de corregirte la pronunciación o de reírse abiertamente cuando te equivocas.

sábado, 23 de marzo de 2013

Tumba Musey

Cuando uno se desplaza por la región de los Museys, tanto en el "pico de pato" del norte de Camerún, como en el Chad, podrá ver en muchas aldeas, e incluso en medio del campo, unos grandes túmulos que llaman la atención por su originalidad, son las tumbas de hombres importantes para los Museys.
Encima de la fosa donde se ha enterrado al difunto se clavan en tierra un montón de troncos de árboles que simbolizan el poder, riqueza y valentía del difunto, pues sólo para los que se han distinguido por el mando, la valentía en la guerra contra sus enemigos, la lucha contra los animales salvajes, o por sus riquezas en ganado, vacas y tener muchos hijos, se les hace esos túmulos tan originales.
Como ya escribí en un post anterior, "la muerte de un polígamo", sobre los troncos de la tumba se cuelgan las ropas, utensilios, vasijas, calabazas, herramientas, etc.. que el difunto utilizó en vida, y que solo con el paso del tiempo, el viento y las lluvias terminarán por desaparecer de la tumba, pero que nadie se atreverá a tocar, por ser posesión del muerto. 

sábado, 9 de marzo de 2013

La vivienda Musey

Los Museys del norte del Camerún, como los del Chad, y como otros muchos pueblos de África en el medio rural construyen sus viviendas con los materiales que le ofrece la naturaleza, en este caso con arcilla o barro para los muros de las casas y troncos de árboles y paja seca para los techos, pies de los graneros y empalizadas que circundan las casas. El joven musey cuando contrae matrimonio se independiza de sus padres y construye su nuevo hogar, dando razón al dicho de que "el casado casa quiere". La vivienda de la joven pareja, como podemos apreciar en la fotografía, es muy simple: una casa redonda de barro y techo de paja para el hombre, donde tendrá una cama de troncos de árboles con una simple estera de paja, una cuerda atada a los palos del techo en donde colgará algún pantalón y camisas y otras ropas; los utensilios para trabajar el campo o para la caza y algunas otras posesiones. La mujer tendrá su propia casa, igualmente con una cama y utensilios para el hogar; esta casa suele estar unida a otra choza que sirve de cocina donde encenderá el fuego para preparar los alimentos, tendrá la piedra para moler el grano, los cántaros de agua fresca para beber, ollas, cubos y demás utensilios del hogar. Si tienen animales de corral: gallinas, patos, pintadas, cabras y ovejas, durante el día estarán libres por el campo, pero por la noche se recogerán en la casa de la mujer. Además en cualquier vivienda es imprescindible tener el granero, que se suele construir en medio del corral sobre unos troncos de madera separado del suelo para que las termitas, ratones y otros animales no puedan acceder al grano que se guarda dentro. Cuando la familia crece con el nacimiento de los hijos, o cuando el marido toma una segunda o más mujeres, también el recinto familiar va creciendo con nuevas chozas y nuevos graneros. Y rodeando todas las viviendas de la familia se hace una empalizada de palos y yerba seca, una sebe, llamado en fufuldé el "séko", que sirve para no estar a la vista de todos el interior de la vivienda familiar, y para tener los animales sueltos.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Graneros vacíos

El granero es el lugar más importante del "saré", el conjunto de casas de una familia del norte del Camerún, pues en él se guarda la cosecha de granos de mijo, sorgo, fonio, mandioca, maíz, que necesitará toda la familia a lo largo del año, hasta que se recolecte la nueva cosecha. Cada vez que la dueña de la casa tiene que preparar la comida, tiene que subir al granero para coger los granos que necesita para hacer la comida del día. La tarea no es fácil, sobretodo cuando la mujer es ya mayor, pues tiene que subir por un tronco de árbol en el que se ha tallado unos pequeños escalones y encaramarse a la boca del granero y luego deslizarse dentro del granero para sacar el grano. Pero lo peor es cuando meses después de recolectar la cosecha los graneros comienzan a quedarse vacíos y no hay más grano para la familia, y precisamente es el momento de la estación de lluvias cuando más trabajo hay en el campo con la siembra del mijo y los otros cereales, el arrancar las malas yerbas, etc..

viernes, 18 de enero de 2013

¡Por fin la bomba!

Cuando comenzó la estación de lluvias en 1977 ya teníamos la nueva bomba de agua instalada sobre el pozo nuevo que hicimos en la misión de Gobó, y que por fin nos solucionaría el problema del agua para la misión; tanto para las casas de las religiosas y misioneros como sobre todo para el hospital. No era una bomba eléctrica pues no teníamos electricidad en Gobó, sino manual y necesitaba del trabajo de un hombre para poder sacar el agua del pozo y subirla al nuevo depósito de 2000 litros, que tuvimos que construir, y desde allí llevar el agua canalizada al hospital y casas de la misión. Era un gran avance en relación a lo que teníamos antes, que teníamos que sacar el agua del pozo a base de cubos, y además un pozo poco profundo que no manaba suficiente agua en la estación seca, con los problemas que ello acarreaba para la misión y sobre todo para el hospital. A partir de entonces no volvimos a quedarnos sin agua en el pozo y por consiguiente siempre estuvo abastecido de agua el hospital y la misión. La bomba de agua y la construcción del nuevo pozo lo pudimos realizar gracias a la generosidad de los cristianos de Canadá.

jueves, 3 de enero de 2013

Carreteras inundadas

En el norte del Camerún la estación seca dura ocho meses, desde octubre hasta mayo, tiempo en que no cae una gota de agua del cielo, y luego llega la estación de lluvias de junio a septiembre. Es sorprendente el cambio que se realiza en el paisaje en unos pocos días, desde que comienzan las lluvias. Lo que era terreno árido y seco, árboles sin hojas, arbustos espinosos, colores cálidos, amarillos y rojos, se transforma en pocos días en yerba verde, árboles con hojas, agua por doquier en riachuelos y charcas, y también en carreteras inundadas de agua, que se convierten en lagunas, a veces muy difícil para el tráfico de vehículos si el suelo es arcilloso, pues  los vehículos se atascan en el barro y a veces cuesta mucho el poder salir, y más en carreteras locales muy poco transitadas en las que hay que esperar varias horas hasta que pase otro vehículo que te pueda sacar del atolladero.