viernes, 26 de octubre de 2018

Artesanía africana.




La larga "estación seca" en el norte de Camerún, que dura unos ocho meses desde la luna nueva de octubre hasta finales de mayo, es la época propicia para el trabajo artesanal. Pasado el tiempo de las lluvias, tiempo en el que toda la familia se dedica a los trabajos agrícolas y al cuidado y pastoreo del ganado, y con los graneros llenos de mijo, fonio, maíz... es el tiempo propicio para que hombres y mujeres se dediquen a otros trabajos artesanales. Se construyen nuevas casas o graneros, se rehacen los techos de paja dañados por las lluvias, se fabrican los ladrillos de adobe secados al sol, se corta la leña para las empalizadas de los corrales o para el techo de las chozas, se siega las grandes yerbas de la sabana para los techos, y cada uno se dedica a los trabajos artesanos para los que tiene más capacidad: alfarería, cestería, cerámica... u otros trabajos manuales de madera, hierro, fibras, cuero, etc. Los objetos más simples y sencillos de la vida corriente y los utensilios caseros se convierten con la talla y la decoración en objetos artesanos. Un ejemplo como podemos ver en las fotos son las calabazas. Plantas cucurbitáceas que una vez cosechadas se vacía su interior comestible, y se dejará secar la corteza exterior, para después con un cuchillo afilado y calentado al fuego, ir haciendo el tallado y decorado con líneas curvas y geométricas, triángulos, círculos y cuadrados según la imaginación e ingenio del artesano. Estas calabazas talladas y decoradas sirven como platos o fuentes para la comida, como vasos o jarras para la bebida, para llevar el grano a la molienda y traer la harina, para ir al mercado a vender huevos, pescado, tomates, etc. y para una infinidad de cosas de la vida ordinaria. Lástima que con el progreso y el comercio las calabazas se van sustituyendo por los plásticos, y poco a poco se irá perdiendo este trabajo artesanal tradicional que ha durado milenios.



viernes, 6 de julio de 2018

El granero del mijo


El granero para almacenar el mijo y otros cereales no puede faltar en la casa de los campesinos de la región norte del Camerún. Yo diría que es incluso más importante que las otras construcciones de una familia rural. Suele estar situado en el centro del terreno donde mora la familia, o cercano a la casa de la mujer, pues es ella la que todos los días sube al granero para coger los granos de mijo, o del fonio o las mazurcas de maíz para preparar los alimentos del día para toda la familia. Aunque la mujer es la dueña del granero y la que se ocupa de que no falte el alimento para todo el año; sin embargo es el hombre el que lo construye. Primero hay que ir al bosque y cortar unos buenos troncos de árboles, resistentes a las termitas para clavarlos en tierra y que sean como los pies o pilares del granero. Tiene que estar separado de la tierra para evitar la humedad, las termitas y otros animales. Luego sobre una base de troncos se hace una capa de adobe y poco a poco a base de arcilla, de tierra mezclada con agua y paja, se va haciendo la pared del granero. Es un trabajo lento de muchos días pues hay que dejar que el sol seque la masa de arcilla que poco a poco va haciendo que suba el muro. Me recordaba el trabajo de las golondrinas para hacer su nido de barro. De ahí el proverbio africano: "no se hace un granero en un solo día", que recuerda al dicho español: "no se ganó Zamora en una hora".


jueves, 7 de junio de 2018

Deforestación en la sabana


Es triste ver cada verano la desolación de los bosques que se han quemado por negligencias humanas o lo que es peor incendios provocados intencionadamente para beneficios económicos o políticos. Tras el paso del fuego queda la desolación y las cenizas de un paisaje que antes era verde y lleno de vida. En el norte de Camerún, en la región subsahariana, zona de sabana en la que pasé seis años de misionero también me encontré con esa triste situación del paso del fuego. La sabana africana es una región árida, estepas de yerbas altas, matorral y algunas zonas boscosas de diferentes árboles, sobre todo de acacias. Hay dos estaciones climáticas: la estación de lluvias, de junio a septiembre y la larga estación seca de ocho meses en que no cae nada de lluvia. Tanto agricultores, como ganaderos y también los cazadores, a finales de la estación seca ponen fuego a los pastos y yerbas secas de la sabana para ahuyentar a los animales y poderlos cazar, para que con las lluvias que esperan se renueven los pastos para sus ganados o para tener más terreno para sus campos de cultivo. Pero con las yerbas secas también arden los pocos árboles de la sabana y las consecuencias son que la zona del Sahel crece cada vez más por la deforestación de la sabana africana. Los árboles desaparecen, el clima cambia, hay menos lluvias, las praderas de yerbas verdes se convierten en regiones secas y arenosas. Es la desertificación.






lunes, 22 de enero de 2018

Mi último viaje de Maroua a Gobó.

Cualquiera que haya viajado por África tendrá muchas anécdotas que contar de sus viajes. Yo después de seis años viviendo en el medio rural del extremo norte de Camerún como misionero y teniendo que hacer muchos viajes por sus rutas arenosas y carreteras sin asfalto, tuve muchas anécdotas y diferentes experiencias: desde atropellar una oveja que se cruzó en el momento que pasaba, hasta ver adelantarme la rueda derecha de mi coche, pasando por quedar atascado en un barrizal teniendo que abandonar allí el coche durante toda la noche y buscar hospitalidad en una casa donde me acogieron y me dejaron una cama donde pude dormir un poco, hasta pinchar las ruedas tres o cuatro veces en un viaje teniendo que hacer el trabajo de cambiarla, sacar el neumático, arreglar el pinchazo, inflarla con la pequeña bomba con el pie y todo a pleno sol, y llegar al final agotado a la misión con una rueda desinflada, y otras muchas más anécdotas que quedaron en el olvido.
A principios del año 1981, después del viaje que hice a Bertoua, y que he contado en los últimos escritos, regresé desde Maroua la capital del extremo norte de Camerún a mi misión de Gobó. A mitad del recorrido me encontré con un accidente en la carretera. Era un camión de transporte que había volcado el día anterior y permanecía allí a orillas de la carretera completamente destrozado. Esos camiones van siempre llenos de mercancías y de gente. Había habido algún muerto y varios heridos. El resto del camión se encontraba allí, a merced del saqueo de los que por allí pasaban. 
Más adelante antes de llegar a Yagoua tuve que parar para que pasase un cortejo nupcial. Los invitados a la boda y familiares del novio se dirigían a casa de la novia llevando sus regalos: desde la cama nupcial, hasta las marmitas, ollas, loza diversa, enseres y utensilios propios de la mujer, ropas, vestidos... el ajuar para el casamiento, y ocupando toda la carretera, así que parada y foto para el recuerdo. 


viernes, 24 de noviembre de 2017

Ríos sin agua


Todos los años durante la estación seca, que en el norte del Camerún dura ocho meses, los ríos se quedan sin agua. Son ocho meses sin lluvias, desde octubre hasta junio, en que no cae del cielo unas gotas de agua. Por eso los ríos que durante la estación de lluvias llevan un buen caudal de agua corriente e incluso hay dificultad para atravesarlos, cuando acaban las lluvias se van secando poco a poco y aunque a simple vista parece que están completamente secos; sin embargo a veces hay un pequeña corriente de agua subterránea y la gente del lugar se las arregla haciendo pequeñas excavaciones en el lecho seco del río para encontrar agua. Lo podemos ver claramente en estas dos fotografías. La primera en la ciudad de Maroua, con el río Tsanaga que bordea la ciudad y donde hombres y mujeres consiguen un poco de agua excavando el lecho del río para hacer la colada y allí mismo ponen la ropa a secar sobre la arena del río. En la otra fotografía del río Kebi, son los pastores de ganado que además de hacer pequeños pozos en el lecho para sacar el agua, construyen también pequeños aljibes o charcas para dar de abrevar al ganado de bueyes, vacas, burros, ovejas y cabras.


martes, 7 de noviembre de 2017

Un viaje al centro del Camerún


Desde Maroua, en el norte de Camerún. hasta Bertoua hay un poco más de mil kilómetros. A finales del año 1980 tuvimos en Maroua un encuentro los misioneros espiritanos que trabajábamos en las diócesis del norte de Camerún para revisar el año que acababa y planificar los trabajos del nuevo año que comenzaba, y también para celebrar juntos esos días navideños después de haber celebrado la Navidad cada uno en su misión. En ese tiempo se estaba construyendo en Maroua una casa espiritana que sirviera para la acogida de los misioneros. Ciertos materiales para la construcción había que ir a buscarlos a Bertoua a más de mil kilómetros de Maroua y los compañeros me pidieron que fuera yo con mi camioneta de la misión a buscarlos. Así que el día 30 de diciembre me puse en camino por la carretera asfaltada que pasando por Garoua llegaba hasta Ngaounderé donde llegué por la tarde y pasé allí la noche en la misión de los padres oblatos. Era la mitad del camino. El día 31 temprano me puse de nuevo en camino para recorrer los 530 kilómetros restantes hasta Bertoua. La carretera era de tierra. A media mañana me di cuenta de que no podía poner las marchas cortas. Paré en Garoua Boulai y me acerqué a la misión por si hubiera allí un mecánico que me solucionara el problema. No lo había. El padre de la misión me acogió muy fraternalmente y me invitó a comer. Intentamos arreglar la avería pero sólo conseguimos que se podía hacer el cambio de marchas manualmente en los bajos del vehículo. Así que me arriesgué a seguir mi ruta hasta Bertoua que aún me quedaba 260 kilómetros de camino. Puse la camioneta en marcha para salir de la ciudad en primera y segunda, pues las otras marchas no entraban, y una vez fuera de la ciudad esperé a que llegara una pendiente, me bajé del vehículo, manualmente por bajo de la camioneta metí la tercera, me subí de nuevo y la deslicé pendiente abajo, y ya desde allí hasta Bertoua pude ir todo el viaje en tercera y cuarta velocidad. Ya de noche llegué a la misión de los espiritanos de Bertoua donde pude celebrar el fin del año y la entrada del año nuevo 1981. El día 2 de enero pudieron arreglarme la avería de la camioneta en Bertoua y al día siguiente me puse de nuevo en camino para regresar a Maroua con el cargamento de materiales para la construcción de la nueva casa espiritana de Maroua. 

lunes, 16 de octubre de 2017

Visita de los Reyes de España a Camerún


Entre las pocas cartas que me llegaban en Camerún, recibí una de la Casa Real en el mes de noviembre de 1980, a través de la embajada de España en Camerún, en la que me invitaban a la recepción de los Reyes de España don Juan Carlos y Doña Sofía. Fue una gran sorpresa para mí recibir esa invitación, pero debido a la distancia más de 1500 km. me era imposible poderme desplazar desde el extremo norte de Camerún hasta la capital de Yaundé, donde en la embajada de España los reyes harían la recepción a todos los españoles residentes en el país. Efectivamente unos días después del 5 al 7 de diciembre Don Juan Carlos y Doña Sofía realizaban la visita oficial al Camerún, siendo recibidos en el aeropuerto de Yaundé por el entonces presidente de la República camerunesa Ahmadou Ahidjo. Ese mismo día por la tarde hubo la recepción de los Reyes a los españoles allí residentes, unas doscientas personas, la mayoría misioneros y misioneras de diferentes congregaciones que trabajaban en Camerún. Aunque supongo que la mayor parte de los misioneros españoles que estábamos repartidos a lo largo y ancho del país no acudimos por las distancias, malas comunicaciones, gastos que supondría ese desplazamiento y tareas pastorales en las misiones.
A principios del año 1981 tuve que hacer un largo viaje hasta Bertoua, que contaré en mi próximo escrito, y subiendo de Ngaunderé hacia Maroua, al parar en un pequeño pueblo a tomar un refresco, vi el cartel de propaganda de la visita del rey Juan Carlos con el presidente Ahidjo pegado en la pared de una casa, como los carteles de los candidatos a unas elecciones que quedan allí hasta que el tiempo acaba con ellos. Saqué la cámara y tomé la foto para el recuerdo y la historia.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Visita pastoral de Monseñor Tumi


Christian Tumi fue nombrado obispo de Yagoua en diciembre de 1979 por el Papa Juan Pablo II. En la fiesta de la Epifanía del Señor, el 6 de enero de 1980, era consagrado obispo por el propio Papa Juan Pablo II en la basílica de San Pedro en Roma La celebración de la toma de posesión de la diócesis de Yagoua fue el 9 de marzo de 1980. Era el primer obispo del sur de Camerún, e incluso de los primeros sacerdotes del país que venían a trabajar al norte de Camerún. Poco a poco fue visitando su nueva diócesis y conociendo la realidad de la iglesia del norte, que era de primera evangelización, una iglesia en minoría y pobre en todos los sentidos, en un medio rural subdesarrollado, donde había grandes injusticias, con una clase económica y política corrupta y dominada por los fulbés musulmanes. En diciembre, unos días antes de Navidad, hizo su primera visita pastoral a nuestra misión de Gobó. Habló largamente con los misioneros que allí estábamos trabajando hacía unos años y con las religiosas que se ocupaban del dispensario de la misión, de los temas de salud, higiene y alfabetización de adultos. También se reunió con los miembros del consejo pastoral de la misión y con los catequistas, como podemos ver en la fotografía. Además visitó algunas aldeas de la misión de los cuatro sectores pastorales que estaba dividida la misión: Gobó, Dom Pya, Guiriou y Galam. Y además de hablar con la gente, visitar sus casas, conocer a los catequistas y responsables de las comunidades, celebrar la Eucaristía a la caída de la tarde bajo un árbol, porque en esas aldeas ni siquiera había una pequeña capilla de barro y paja.


sábado, 26 de agosto de 2017

En piragua por el Logón.


El río Logón hace de frontera en el norte de Camerún entre este país y el Chad. Es un gran río de la zona de sabana y en tiempo de lluvias lleva un buen caudal, aunque disminuye mucho en la estación seca. Justamente en la estación seca aprovechábamos algún domingo por la tarde para acercarnos desde la misión de Gobó hasta sus orillas para tomar un baño y refrescarnos en sus aguas. En esta ocasión nos juntamos con los pescadores que al caer la tarde regresaban con sus piraguas de una jornada de pesca. Piraguas artesanas construidas por ellos mismos a golpes de hacha ahuecando algún tronco de árbol de los pocos que había en la zona. Me invitaron a subir a una piragua para dar un paseo por el Logón. Parece todo muy bucólico y natural, pero debajo de las aguas, muy cerca de allí había hipopótamos que no te dejaban el cuerpo muy tranquilo.


Los Masás de la zona viven de la pesca en el río Logón, de la agricultura y de la ganadería. Bueno, ya he escrito otras veces sobre ello. Podéis ver otros artículos de este blog titulados "Viaje en piragua", "Un baño en el Logón", y "Año nuevo en la playa".
En la primera fotografía podemos observar al otro lado del río, en la parte del Chad, que hay fuego en la sabana, que es el método que utilizan en la estación seca para quemar los pastos y yerbas secas y preparar luego los terrenos en la estación de lluvias para los cultivos.
También en la siguiente fotografía podemos ver como una mujer se mete en el río a la caída de la tarde para coger el agua que llevará a su casa y verterla en los odres de barro para que beba toda la familia, para cocinar y preparar los alimentos y para la higiene personal de toda su familia. 


lunes, 24 de julio de 2017

Fiesta del Año Nuevo Musey



Para los Museys del Camerún la fiesta tradicional más importante del año es la "vun tilla", en la que celebran la entrada del año nuevo, que no es el día 1 de enero, sino que se celebra en el mes de octubre, al acabar la estación de lluvias y dar comienzo la estación seca con la aparición de la luna nueva de octubre. El mismo nombre "vun tilla" quiere decir literalmente "la boca de la luna", la luna nueva que abre la estación seca que durará ocho meses en los que no volverá a llover ni una gota de agua, y abre el período de la recolección del mijo y otros cereales y época de abundancia de alimentos, tras la estación de lluvias donde los alimentos han escaseado y los trabajos agrícolas han sido intensos. Los jóvenes de las aldeas se engalanan con la piel de cabra, que era con lo único que tradicionalmente se vestían, ceñidas a la cintura, y otros complementos modernos, como calzoncillos, toallas, calcetines, zapatos, brazaletes, pulseras, gafas, paraguas... para atraer las miradas de las chicas casamenteras en las danzas, juegos y competiciones. 
Mulna, el jefe religioso marca el día y el lugar donde se reunirán por la mañana para ofrecer a Dios la acción de gracias por los primeros frutos de la nueva cosecha, arrancará las primeras espigas de mijo y las ofrecerá en sacrificio, al mismo tiempo que recita oraciones de acción de gracias y pide la bendición para todos. También hace libaciones con la cerveza de mijo. Tras la celebración religiosa comienza la gran fiesta al ritmo de los sonidos del tam-tam, tambores, flautas y todo tipo de danzas a lo largo de todo el día. Tampoco puede faltar la abundancia de comidas y bebidas, la alegría, galanteo, requiebros, y juegos amorosos. Es la fiesta del año nuevo. Es la "vun tilla".