jueves, 7 de junio de 2018

Deforestación en la sabana


Es triste ver cada verano la desolación de los bosques que se han quemado por negligencias humanas o lo que es peor incendios provocados intencionadamente para beneficios económicos o políticos. Tras el paso del fuego queda la desolación y las cenizas de un paisaje que antes era verde y lleno de vida. En el norte de Camerún, en la región subsahariana, zona de sabana en la que pasé seis años de misionero también me encontré con esa triste situación del paso del fuego. La sabana africana es una región árida, estepas de yerbas altas, matorral y algunas zonas boscosas de diferentes árboles, sobre todo de acacias. Hay dos estaciones climáticas: la estación de lluvias, de junio a septiembre y la larga estación seca de ocho meses en que no cae nada de lluvia. Tanto agricultores, como ganaderos y también los cazadores, a finales de la estación seca ponen fuego a los pastos y yerbas secas de la sabana para ahuyentar a los animales y poderlos cazar, para que con las lluvias que esperan se renueven los pastos para sus ganados o para tener más terreno para sus campos de cultivo. Pero con las yerbas secas también arden los pocos árboles de la sabana y las consecuencias son que la zona del Sahel crece cada vez más por la deforestación de la sabana africana. Los árboles desaparecen, el clima cambia, hay menos lluvias, las praderas de yerbas verdes se convierten en regiones secas y arenosas. Es la desertificación.






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