sábado, 22 de junio de 2013

Misa en la aldea

Hay un canto para la Eucaristía que dice: "Junto a tí al caer de la tarde, y cansados de nuestra labor, te ofrecemos con todos los hombres, el trabajo, el descanso, el amor"... Esta fotografía, (aunque de mala calidad por falta de flash y haberse puesto el sol), de una Misa celebrada en la aldea de Dom Tchantoko, después de un día de trabajo en el campo, me hace recordar dicha canción. Como se puede ver más sencillez imposible. La iglesia, asamblea de fieles, del pueblo de Dios, hombres y mujeres del campo, que tras su trabajo, después de un día de sol, fatigas y sudores, se reúnen al aire libre y teniendo por asiento la tierra del suelo, para escuchar la Palabra de Dios y celebrar la Eucaristía. Ni siquiera tenían una pequeña mesa que nos sirviera de altar, así que simplemente tuvimos que usar dos morteros para moler el mijo que utilizan las mujeres, uno como ambón para el libro de la Palabra de Dios, y el otro para colocar la maleta-capilla en la que el misionero lleva lo esencial para la celebración de la Eucaristía, y que utilizamos como altar. En medio de esa pobreza y sencillez, escuchábamos el mismo Evangelio que en cualquier otra iglesia en el mundo, y el mismo Jesucristo se hacía presente en medio de su pueblo, y participábamos de la misma comunión. A los que tan fácilmente critican a la Iglesia por sus riquezas, me gustaría que vieran cómo la Iglesia está con los pobres, vive con ellos y les lleva el mensaje de esperanza y salvación.

domingo, 16 de junio de 2013

Aprendiendo la lengua

Han pasado ya 35 años y no recuerdo sus nombres, llamémosles Pierre y Paul, dos niños de la aldea de Dom Tchandoung en la que me establecí durante la estación de lluvias para aprender la lengua musey, y que frecuentemente venían a hablar conmigo. Aunque en aquella aldea no había escuelas, sin embargo ellos habían aprendido a hablar francés asistiendo a la escuela de Dom Pya, una aldea vecina que estaba a unos kilómetros de distancia de la suya. Todos los días después de tomar un resto de la masa de mijo de la noche anterior, diluida en un poco de leche de vaca o de cabra, cuando había leche, o si no diluida en agua, cogían sus cuadernos y material escolar y marchaban contentos a la escuela de la aldea vecina a través de la sabana camerunesa. La escuela de Dom Pya la habían construido los mismos aldeanos con ladrillos de adobe y techo de paja y unas ventanas sin maderas ni cristales, simplemente eran unos agujeros en el muro para que entrara claridad al interior. Allí Pierre y Paul aprendieron las primeras letras y lo rudimentario de la lengua francesa. Ellos venían a menudo a hablar conmigo, yo aprendía lo esencial de la lengua musey y ellos se ejercitaban hablando francés.