En primer lugar porque era algo impuesto a los campesinos por las autoridades civiles. Cada familia tenía que dedicar parte de sus tierras de cultivo al algodón, cosa que iba en detrimento del cultivo del mijo, pues se quedaban con menos tierras y menos tiempo para poder atender ambos cultivos que se realizaban en la estación de lluvias.
Ellos dependían de la Sodecoton, empresa de capital extranjero y camerunés, en régimen de monopolio y en vista a la exportación; por consiguiente era la Sodecoton la que ponía los precios de las cosechas, la venta de los abonos e insecticidas, la que pesaba el producto, todo dependía de la Sodecoton.
Por otra parte se degradaba el suelo, cada año la producción era menor y había que roturar otros suelos más ricos para la producción del algodón.
Al disminuir la producción de cereales por el cultivo del algodón, se encarecía el precio de los mismos, lo que llevaba a muchas familias más pobres a no tener lo suficiente para alimentarse todo el año y pasar más hambre. El cultivo del algodón en vez de favorecer a los campesinos, los hacía más dependientes, más pobres, y a que pasaran más hambre.
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