
¿Pero qué era lo que llevaba en la mano?
No era una azada para cultivar los campos de mijo, ni otro tipo de instrumento de labranza. Tampoco era una muleta para un discapacitado, aunque tenía un cierto parecido. Ni siquiera era un arma para la lucha o para defenderse de animales salvajes. ¿Qué sería?
Pues simplemente una silla de una sola pata para poder descansar un poco en medio de la multitud, como otros llevan sillas plegables en nuestra sociedad occidental.