lunes, 30 de septiembre de 2013

Caminos bajo el agua

Era la estación de lluvias en el norte del Camerún. Yo estaba en la aldea de Dom Tchandoung viviendo con la familia de François Diguina para aprender la lengua musey y conocer la vida y trabajos de la gente. En la estación de lluvias había días que caía una buena tormenta de agua, otros que brillaba el sol varios días seguidos, y otros que no paraba de llover. Nunca he visto como allí el cambio tan grande del paisaje. De campos áridos y secos, de terreno arenoso casi desértico en tiempo de la estación seca, a campos llenos de agua, carreteras inundadas y caminos que desaparecen bajo el agua. Durante semanas e incluso meses nos quedábamos aislados de Yagoua o de las misiones vecinas; e incluso para ir de una aldea a otra el mejor medio era ir andando, pero con la dificultad de caminar sobre el agua, a veces en medio del lodo, y con el peligro de serpientes. El trabajo pastoral en ese tiempo de lluvias se ralentizaba, pero no era impedimento para ir a las aldeas a visitar a los cristianos, dar la catequesis o que ellos acudieran los domingos a la celebración de la Eucaristía a la iglesia de la misión.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Atascado en el barro

Agosto de 1977. Era la segunda estación de lluvias que pasaba en el norte del Camerún. Sólo estábamos a 50 kilómetros de Yagoua, la capital del distrito y sede de la diócesis, y a donde tenía que ir semanalmente para recoger el correo, comprar el pan para toda la semana y los otros alimentos, abastecernos de gasolina para el coche o del gasóleo para el motor del molino o el motor de la luz, recoger las cajas de medicamentos que llegaban para el hospital, y mil cosas más. Pero en la estación de lluvias las carreteras de tierra se hacían intransitables, al menos que hubiera varios días de sol y se secara un poco el barro. Los únicos vehículos que se arriesgaban a circular eran los camiones de los comerciantes, que siempre iban cargados de mercancías y de viajeros. En caso de atasco en el barro todos descendían y empujando todos a la vez conseguían sacar al camión del atolladero. A veces había que descargar el camión de todas las mercancías para conseguirlo.
A finales de agosto después de pasar unos días sin lluvia me decidí a ir a Yagoua, pues nos habíamos quedado sin combustible para el motor del molino y tenía que recoger otros materiales para la construcción. Iba solo y a medio camino quedé atascado. Intenté sacar la pequeña camioneta 404 con el gato y tablones pero no lo conseguí. Esperé hasta que llegaron algunas personas y con el esfuerzo de unos y otros conseguí salir del atasco.
Por la tarde regresaba a la misión de Gobó con la camioneta cargada y de nuevo en otra zona de lodos y debido a los grandes surcos dejados por los camiones me atasqué de nuevo. La tarde estaba cayendo y aunque se acercaron algunas personas no hubo manera de poder salir del barro, así que decidí pasar la noche allí mismo. Un aldeano musey me invitó a ir a su choza y allí pasé la noche, dejando la camioneta con toda la mercancía en el barro.
A la mañana siguiente y con la ayuda de un grupo de gente de la aldea, a base de esfuerzo humano, pude salir del lodazal y llegar a la misión de Gobó.