martes, 23 de abril de 2013

Trabajo de niños

 En la aldea de Dom Tchandoung no había escuela, como sucedía igualmente en otras muchas aldeas museys de la región de Gobó, por lo que los niños pasaban el día ocupados en diferentes tareas del hogar, en trabajos agrícolas, de atender al ganado y mucho tiempo de ocio y de juegos. Ellos eran los encargados de atender a los animales de corral: gallinas, patos, ovejas y cabras. Pequeños pastores que tenían que llevar las ovejas y cabras a pastar fuera del pueblo, a sacar agua del pozo para el abrevadero, a recoger el ganado en el corral al caer la tarde, y en el tiempo de lluvias cuando en los campos sembrados comenzaba a crecer los tallos de los cereales a vigilar para que las ovejas y cabras no se comieran los brotes verdes y estropearan lo sembrado.
Otro trabajo infantil en el campo era ayudar a sus padres a cavar la tierra para la siembra del mijo, del maíz, de los cacahuetes, o del algodón, y sobre todo de echar la semilla en el suelo y enterrarla con el pie descalzo, pues el trabajo con la azada era duro y cansado para ellos. Semanas después tenían que ayudar a sus padres a arrancar la malas yerbas que crecían junto con los cereales. Y cuando los granos estaban maduros a recoger la cosecha, cargarla en cestos y llevarla a la aldea.
También eran ellos los que iban al campo a buscar la leña para el fuego del hogar. Normalmente era un trabajo de adultos el ir con el hacha a cortar la leña de algún árbol, y sobre todo de las mujeres el acarrearla hasta su casa para la cocina, pero siempre había niños con ellos que muy gustosamente cortaban los troncos pequeños y lo trasladaban a casa.

martes, 9 de abril de 2013

En la aldea

La misión de Gobó estaba en medio del pueblo, un pueblo grande que crecía a simple vista debido al mercado comarcal que se realizaba los lunes, a las escuelas del gobierno, y sobre todo por el hospital de la misión católica que era atendido por las hermanas de la Caridad de Montreal y que atraía a la gente de sus aldeas y se trasladaban a vivir a Gobó.
En 1977 no existía en Gobó ni electricidad, ni teléfono, ni una calle asfaltada, ni agua corriente, ni mucho menos alcantarillado. Era un pueblo grande de zona rural. Yo llevaba ya un año viviendo allí en la misión, pero todavía no sabía hablar el musey. Pensé que lo mejor para aprenderlo era ir a vivir con una familia musey. Entonces un catequista de la aldea de Dom Tchandoung, François Diguina, me invitó a irme a vivir con su familia. Él vivía con su madre, ya de una cierta edad, y con su mujer de la que todavía no tenía hijos, pues hacía poco tiempo que se había casado. En sólo unos días construyó una casa para mí, dentro de su "saré", (como se puede apreciar en la fotografía, la choza de paja nueva), y a principios de la estación de lluvias dejé Gobó y me trasladé a la aldea de Dom Tchandoung a vivir una experiencia que recordaré toda mi vida.
Mi nueva casa estaba junto al pozo de la aldea, por lo que todo el día había allí mujeres y niños que iban a buscar el agua y tenía constantemente gente a mi alrededor que me dirigían unas palabras de saludo e intentaban iniciar una conversación. Ya nos lo había dicho años antes en nuestra formación un viejo misionero, que la mejor manera de aprender una lengua africana es hablar con los niños, son los mejores maestros, ellos no se cansan de repetir las frases, de corregirte la pronunciación o de reírse abiertamente cuando te equivocas.