En la misión de Gobó no teníamos escuelas para niños, como en Djougoumta, Viri, Yagoua y otras muchas misiones del norte de Camerún, pero sí existía la escuela pública en manos de la Administración civil, dos locales para niños y niñas dirigidos por unos profesores mal pagados, que exigían a sus alumnos les llevaran huevos, mijo, tomates... o les hacían ir a trabajar a sus campos en tiempo de siembra o de recolección.
Era fácil a veces de ver a los niños realizar las tareas escolares en el suelo sobre la arena. Así no gastaban en cuadernos, lápices y bolígrafos. Los niños lo tomaban casi como un juego, el escribir en la arena con el dedo o con la ayuda de una palito, el hacer las operaciones matemáticas, sumas y restas, o los dibujos geométricos. Y que mejor borrador que las sandalias o las chanclas.
Era fácil a veces de ver a los niños realizar las tareas escolares en el suelo sobre la arena. Así no gastaban en cuadernos, lápices y bolígrafos. Los niños lo tomaban casi como un juego, el escribir en la arena con el dedo o con la ayuda de una palito, el hacer las operaciones matemáticas, sumas y restas, o los dibujos geométricos. Y que mejor borrador que las sandalias o las chanclas.
Cuando alguna vez paseando por la playa he visto a los niños disfrutando de sus vacaciones haciendo castillos en la arena, o a los adolescentes y jóvenes escribiendo mensajes de amor efímeros, pues pronto llega la ola del mar y desaparece, me acuerdo de los niños de Gobó y de tantos niños pobres en los países del subdesarrollo, que aprenden a escribir y dan sus primeros pasos escolares con tan pocos medios, escribiendo con el dedo en la tierra. Pero seguro que muchos de ellos a pesar de tan pocos recursos han podido triunfar en la vida y hoy son personas con sus estudios acabados, y algunos incluso con estudios universitarios, que tienen una buena posición en la vida y que trabajan por una sociedad y un mundo mejor.
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