Pauline era una mujer cristiana de Gobó, madre de familia, que los domingos venía a la iglesia a la celebración de la Eucaristía, juntamente con los otros cristianos. Pauline era leprosa, padecía la enfermedad de los pobres, como otros cincuenta leprosos que cada jueves iban al dispensario de la misión de Gobó, para ser tratados con los antibióticos, y como varios millones más de personas que padecen esta enfermedad en el mundo, en los países pobres de África, Asia y Sudamérica.
La lepra es una enfermedad que existe desde hace siglos, pero que desde el descubrimiento de la bacteria que lo producía por parte de Hansen en 1874, prácticamente ha desaparecido de los países ricos, aunque aún permanece en los países pobres del mundo. Con un diagnóstico temprano y el adecuado tratamiento se puede parar la enfermedad y curación. Hay dos tipos de lepra: la cutánea que afecta a la cara, nariz y labios con deformación de la cara y úlceras; y la tuberculoide, que comienza con hipersensibilidad de la zona afectada, parálisis y puede llegar hasta la pérdida de los dedos, e incluso las manos y los pies. Como era la lepra de Pauline. En casos más grave hay putrefacción de la carne, de las úlceras y heridas y un olor repugnante.
Por la Biblia sabemos que los leprosos vivían aislados y no se podían acercar a los poblados, eso aconteció también en Europa durante siglos. En África no, el leproso es un miembro más de la comunidad que participa en la vida social de su pueblo.
La lepra es una enfermedad que existe desde hace siglos, pero que desde el descubrimiento de la bacteria que lo producía por parte de Hansen en 1874, prácticamente ha desaparecido de los países ricos, aunque aún permanece en los países pobres del mundo. Con un diagnóstico temprano y el adecuado tratamiento se puede parar la enfermedad y curación. Hay dos tipos de lepra: la cutánea que afecta a la cara, nariz y labios con deformación de la cara y úlceras; y la tuberculoide, que comienza con hipersensibilidad de la zona afectada, parálisis y puede llegar hasta la pérdida de los dedos, e incluso las manos y los pies. Como era la lepra de Pauline. En casos más grave hay putrefacción de la carne, de las úlceras y heridas y un olor repugnante.
Por la Biblia sabemos que los leprosos vivían aislados y no se podían acercar a los poblados, eso aconteció también en Europa durante siglos. En África no, el leproso es un miembro más de la comunidad que participa en la vida social de su pueblo.
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