jueves, 5 de junio de 2014
¡Hipopótamos... a la vista!
Siguiendo con el relato de mis memorias de África, llegamos a enero de 1978 cuando en plena actividad pastoral y de trabajos en la construcción de la misión de Gobó, comencé a sentirme mal, con vómitos y dolores de hígado; las hermanas Simone y Marguerite que se ocupaban del dispensario de la misión me diagnosticaron que tenía hepatitis viral, y como allí no había las condiciones mínimas para el tratamiento me aconsejaron de regresar a Europa. Así que me fuí a la misión de Djougounta donde estaba el P. Fernando Corazón a descansar y él se preocupó de prepararme el viaje y llevarme hasta Maroua, donde tomé el avión para Yaoundé y Douala y desde allí a París, donde ingresé en el Hospital la Pitié el 10 de febrero con 58 Klg., siete menos de cuando me fuí a Camerún, y tras los análisis correspondientes a los once días de hospitalización me dieron de alta y pude viajar a España donde pasé unos meses de reposo, atendido y cuidado por mis queridos padres, hasta la total recuperación. En el verano fuí a visitar el zoológico de Madrid, y allí pude ver los hipopótamos bien cerca. Tantos meses en África, viendo muchas veces a los hipopótamos dentro del agua, tanto en el lago de Fianga, como en el río Logón, pero solo podía verles la parte superior de la cabeza que sacaban para bostezar, resoplar o respirar, pero nunca los había visto salir del agua; pues solo salen por la noche para comer las yerbas de las orillas, y cualquiera iba a ir de noche a verlos pasear. El hipopótamo en uno de los animales salvajes más agresivo, aunque parezca lo contrario, y uno de los más grande de tamaño y peso, tras el elefante y el rinoceronte.
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