Diez meses después de tener que dejar el Camerún por causa de la hepatitis, y tras el paso por el Hospital La Pitié de París, y los meses de reposo en casa de mis padres, y tras nuevos análisis en París, los médicos me dijeron que estaba completamente curado y que podía ir de nuevo a África. Así que antes de que llegara la Navidad regresé de nuevo al Camerún, pues quería celebrar esos días de fiesta del nacimiento de Jesús con las gentes de la misión de Gobó, que habían quedado sin sacerdote durante todo ese tiempo. En el viaje de regreso al Camerún hice escala en Roma para hablar con el Consejo General de la Congregación de la situación en el norte de Camerún y pedir ayuda para aquellas misiones. Dejé Europa con el frío del invierno y llegué a Maroua ya en la estación seca, como puede verse en la fotografía aérea en las proximidades del aeropuerto y en la que se aprecia lo típico del hábitat de la zona rural, chozas de barro y paja donde vive la gente y un vallado haciendo un círculo que sirve de corral para tener allí los animales domésticos; senderos y caminos hacia otras aldeas y campos de cultivo alrededor de las casas. Llegaba de nuevo al norte del Camerún para continuar con una nueva etapa misionera.
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