La iglesia catedral de Yagoua no tenía torre, y por no tener no tenía ni siquiera unos bancos de madera para que los fieles que abarrotaban la iglesia todos los domingos pudieran sentarse cómodamente para participar en las acciones litúrgicas. La iglesia de Santa Ana había sido construida unas décadas antes con muchísimo esfuerzo y sacrificio por los cristianos y catecúmenos de Yagoua con materiales muy pobres y sencillos: ladrillos, vigas de cemento y tejado de chapa. Años después al ser creada la diócesis de Yagoua en 1973 se convirtió en catedral. En 1980 todavía no se había construido la torre de la iglesia, pero ya tenía una campana para llamar a los fieles a la oración y a las celebraciones litúrgicas, sobre todo para la Eucaristía del domingo. La torre provisional casi a ras del suelo eran cuatro bidones viejos, pero la gente de Yagoua estaban orgullosos de tener una campana, "la voz de Dios" que les convocaban regularmente a la oración y a la reunión de la asamblea cristiana.
La otra iglesia de Yagoua, San Pablo, donde yo estuve de coadjutor los primeros seis meses de mi vida misionera en Camerún, también tenía una campana más pequeña, y una torre natural y muy original, como podemos ver en la fotografía, un árbol que estaba junto a la iglesia.
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