viernes, 27 de mayo de 2011

La prometida




No recuerdo su nombre, pues han pasado ya 34 años, pero si me acuerdo que esta chica adolescente vino a hablarme porque su padre la había prometido en matrimonio a un hombre mucho mayor que ella. No era una princesa prometida, pero si era una de las pocas chicas que se expresaba bien en francés, pues asistía regularmente a la escuela de Gobó.


Era normal entre los Museys, como en gran parte de África, que el matrimonio era concertado por los padres de las jóvenes que iban a casarse. Para concertar un matrimonio había que pagar la dote a los padres de la novia. Normalmente estaba establecida la dote en una decena de vacas. A veces variaba según el interés de ambas familias. Otras veces si no había vacas suficientes podía entrar en la dote otros animales, como novillos, becerros, caballos, ovejas, y hasta bicicleta, dinero en especie, ropas, etc...


La dote era muy importante para la unión de las familias y la estabilidad del matrimonio. Pues en caso de ruptura del compromiso matrimonial, la familia de la novia tenía que devolver la dote recibida a la familia del novio, y eso era muy difícil, por lo que los propios padres de la novia vigilaban y aconsejaban por la estabilidad del matrimonio. Pero también acontecía que los chicos jóvenes no tenían capital suficiente para poder pagar la dote, por lo que tenían que pasar varios años de trabajo para poder casarse. En cambio personas mayores que tenían ganado en abundancia les era fácil adquirir una segunda mujer, incluso una tercera o una cuarta mujer, pues existía la poligamia. Y a veces chicas muy jóvenes se veían casadas con un hombre mayor polígamo, siendo la tercera o cuarta mujer de dicho hombre, además de no ser bien recibida por las otras mujeres.

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