lunes, 5 de mayo de 2008

La escuela de Djougounta



En la misión de Djougounta además del P. Fernando Corazón, espiritano español y de la misionera seglar Teresa Acarregui, había una comunidad de misioneras espiritanas francesas. La hermana Marie era la directora de la escuela, la que formaba a los profesores y la que procuraba que no faltasen los medios indispensables para su funcionamiento, pues la ayuda que recibía del gobierno camerunés era mínima y los salarios para los profesores llegaban con muchos meses de retraso. Ella tenía que visitar las aldeas de la región y convencer a los padres para que los niños y también las niñas asistiesen a la escuela y comenzasen la alfabetización. Para los niños suponía el primer contacto con la lengua francesa, la escritura, la socialización, y también el tener que caminar algunos kilómetros para ir y venir a la escuela. En mi primer contacto con esta realidad africana me impresionó la falta de medios materiales. Las tres aulas que tenía la misión de Djougounta, (este nombre Guisey quiere decir murciélago, y efectivamente en esa zona había miles de murciélagos que parecían casi vampiros por su tamaño), estaban abarrotadas de niños, con poca luz natural que penetraba por unas ventanas que estaban tras el cobertizo que las defendía del sol y de las lluvias; los niños se sentaban en unos rudimentarios bancos hechos en la misión, y solo tenían unos lapiceros y cuadernos como único material de trabajo. Dar la clase de lengua al aire libre, bajo la sombra de una de las acacias y a veces escribiendo en la misma arena era más práctico y estimulante. Las chozas que vemos al fondo de la fotografía eran las casas de las hermanas. La hermana Marie ya falleció. ¿Qué habrá sido de esos niños Guiseys, 33 años después?

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