Aventar el grano es tarea de la mujer en África, lo mismo que majarlo en el mortero, o molerlo en la piedra del molino. Las espigas de mijo o de sorgo, o de otros cereales que se cultivan en el norte del Camerún, la mujer las almacena en su granero después de la cosecha que se realiza al final de la estación de lluvias. Después a lo largo del año va sacando del granero cada día las espigas de mijo que necesita para preparar la comida. Primero con el pilón las maja en el mortero para separar el bálago de los granos, y luego con dos simples cuencos de calabazas aventa el grano para quitarle la broza, la paja o la cascarilla del grano. En caso de no haber viento, ni siquiera una pequeña brisa necesaria para separar el grano de la broza, la mujer echa a andar y con el movimiento deja caer el grano de una calabaza a la otra que lo recoge, mientras que la broza que pesa menos cae fuera. Todo un arte que la mujer aprende desde muy niña y que es un trabajo de cada día para luego hacer la harina de mijo que es el pan cotidiano para ellos.
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