viernes, 25 de noviembre de 2016

Llegaron las lluvias


Después de ocho meses de sequía, de la estación seca, en el norte del Camerún, por fin un año más llegaron las lluvias, y como suele ser en el mes de julio, lluvias en abundancia, que no solo anegan los campos que la gente espera que empape bien la tierra para poder cultivarlos y sembrar el mijo, sino también las carreteras locales, que al no ser de alquitrán, se inundan de agua y forman grandes charcos e incluso pequeñas lagunas de agua.

Las comunicaciones con las aldeas vecinas, e incluso con la ciudad, se ven en dificultad. Hay que caminar sobre el agua, a veces con bultos, equipajes, o lo que se lleva a vender al mercado, durante largos kilómetros. También para las bicicletas, y otros vehículos el camino se hace penoso. Lo peor es cuando por el paso de coches, furgonetas y camiones se producen hoyos en la carretera, y con el agua no se sabe la profundidad, y al pasar un nuevo vehículo queda allí aprisionado en el barrizal sin poder salir del atolladero.
Nosotros en Gobó todos los años en la estación de lluvias quedábamos aislados de la ciudad y del mundo exterior, no podíamos viajar con el coche pues las rutas quedaban cortadas. El único medio que teníamos para salir hasta la misión vecina de Djougoumta, era la motocicleta, pero a veces para los 35 kilómetros de distancia tenía que echar toda la mañana, debido al barro y al fango, en el que había que arrastrar la motocicleta con gran esfuerzo; pero se hacía imprescindible el viaje para ir a buscar el pan, el correo o los medicamentos necesarios que faltaban en la misión de Gobó,



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