viernes, 20 de junio de 2008

Estudiando Massá


En la misión de Magao en Chad pasé unas semanas muy interesantes, que me abrieron los ojos a la realidad del mundo rural africano, a sus carencias y necesidades, a su cultura y tradiciones, a estar cerca de la gente y a comprender su modo de vida.
Volví de nuevo a Yagoua en el Camerún, a mi primera residencia que era el obispado, pues la parroquia de Saint Paul todavía no tenía casa parroquial, y allí me dediqué con mucho ahínco a estudiar lo básico de la lengua Massá, ahora con la inestimable ayuda de la nueva gramática hecha por José Luís Ferrer.
Para un misionero es muy importante el aprendizaje de la lengua del pueblo al que va a evangelizar, y por eso aquellos primeros meses en África fueron de bastante estudio de la lengua massá, de aprender nuevas palabras, y adquirir un vocabulario mínimo para poderte comunicar; sin embargo pronto comprendí que una lengua sólo se aprende con el contacto directo con la gente.
Cuando uno marcha por primera vez a la misión, y más siendo un joven de 24 años, uno lleva grandes ideales y piensa en comerse el mundo. Luego la realidad te hace abrir los ojos y ver las dificultades de cada día.
Recuerdo que los primeros meses de mi llegada a África fueron duros, y yo me preguntaba, ¿cómo voy a hablarles a esta gente de Jesucristo, cómo voy a anunciarles el Evangelio si ni siquiera sé darles los buenos días?
Pero también sentía la alegría cuando aprendí las primeras frases de saludo y veía que la gente estaban contentas porque les saludaba en su propio idioma.
La Navidad se nos echaba encima, y no había nada, nada, nada, de lo que estamos acostumbrados en Europa para decirnos que la Navidad estaba ahí. Pero esa Navidad diferente, mucho más auténtica que la nuestra, y mucho más cristiana la dejo para otro blog.

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