miércoles, 24 de diciembre de 2008

La farmacia

En el dispensario de la misión de Gobó había también una farmacia, bastante bien abastecida, por cierto, cosa que no sucedía en otros centros médicos públicos, ni incluso en el hospital de Yagoua; por lo que resultaba casi inútil ir al hospital, pues el enfermo salía con la receta del médico en la mano pero sin los medicamentos adecuados para su enfermedad; si tenía dinero y suerte los podía encontrar en alguna tienda del mercado o de los que negociaban con los medicamentos, que a veces venían de contrabando desde Nigeria. Pero eso no sucedía en el dispensario de Gobó, pues las hermanas estaban muy atentas a que nunca faltasen los medicamentos más necesarios para los diferentes tratamientos médicos. Normalmente hacían el pedido a los laboratorios del sur del Camerún, de Douala o de la capital Yaoundé, pero otras veces llegaban desde Francia o desde el Canadá, enviados por bienhechores de la congregación o amigos que querían colaborar con el dispensario de la misión. En una amplia sala, bien aireada, y con unas simples estanterías de maderas hechas en la misión, estaban bien ordenados y clasificados, y se administraba a los enfermos, no por cajitas, sino por pastillas sueltas, según la necesidad de cada paciente.

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