lunes, 15 de diciembre de 2008

La maternidad

Al dispensario de la misión de Gobó acudían todos los días muchos enfermos para consulta, tratamiento médico, curar heridas, o en busca de medicamentos, pero también casi diariamente había algunas mujeres que iban para dar a luz. Era lo más hermoso del dispensario, la nueva vida que llegaba, aunque con dolores, e incluso alguna vez con fallecimiento por complicaciones en la hora del parto. Las jóvenes madres llegaban desde toda la región, e incluso desde el vecino Chad, pues pronto se dieron cuenta de las ventajas de una buena atención médica en la hora del parto por parte de las hermanas misioneras y de los enfermeros; mucho mejor que dar a luz en la choza de la aldea atendida sólo por las vecinas o matronas tradicionales. Como he comentado en otro blog anterior, en Gobó no teníamos un hospital, ni médicos, sólo un dispensario médico atendido por las misioneras canadienses, una sala del dispensario estaba dedicada para los partos. En pocos años de vida del dispensario se empezó a ver los buenos resultados, sobre todo en el descenso de fallecimientos de bebés, y en el crecimiento de la población. Gobó comenzó a crecer, pues muchas gentes de otras aldeas más pequeñas venían a instalarse allí para estar cerca de un centro de salud.


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